Ya fui inflexible muchas veces, tantas que perdí la cuenta, tantas que me acostumbré. Donde cada vez que no perdoné una equivocación en otra persona, imagina nada más lo que era capaz de hacer para castigarme yo misma cuando cometía algún error. Yo fui inflexible, fui terca, fui implacable. Me tardó años entender eso de que con la misma vara que midas serás medido. La vida me ha llevado por caminos extraños, solitarios, dolorosos sobre todo cuando me he resistido. ¿Que si cambié? Ufff, tanto que ya ni reconozco a la mujer de hace 3 años, ni hablar de a la de hace 10 años.
Me tardó literal 8 años, un matrimonio, una hija, estar en quiebra, un divorcio… 8 años de vivencias, de creer que me las sabía todas, de egos, de orgullo y tuvo que llegar un gato a mi vida para hacerme la representación teatral de como fui durante muchos años. Y es que aunque me lo hubiesen dicho… jamás lo hubiese comprendido porque me hacían falta esos años de vivir, de sentir, de llorar, de sentir que toqué fondo, para más adelante ver que coño no era así, se podía caer más bajo y más bajo y todavía más bajo. Me hacían falta esos años para aprender a ver las cosas desde otra perspectiva, para abrir los ojos, algunos le llaman el tercer ojo, honestamente he decidido llamarlo sentido común/despertar humano porque hay vainas que eran obvias y estaban claritas a la vista. Pero la terquedad, la inmadurez, la insensatez pudo más durante mucho tiempo.
Me volví terapeuta con mis cartas de tarot cuando me descubrí atrapada en una relación donde ya no sabía como estar y de la que nunca pensé siquiera salir… epa… la cadena es mental, si quiero, puedo irme. Ahí empecé a conectar, a comprender, a ver en otras mujeres lo que me estaba pasando a mí. Ayudando a otras personas, me fui ayudando a mí misma. Viendo a otros crecer de mi mano, crecí yo, aún cuando ese no era mi objetivo.
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Sesión de tarot€22.00
Para los que me conocen ya saben que hace añooos una mujer me entregó una especie de profecía casi (me estoy riendo) y le llamo así ahorita porque hay cosas que no tienen explicación y aun así no por eso son menos verdaderas. Hace tantos años me dijeron que esta sería mi vida y yo dije en aquel momento, ni loca. Mi vida es otra. Pensar que alguna vez terminaría haciendo respiraciones para calmar mi mente, escuchar cuencos tibetanos, andar con palitos de incienso y con hasta una planta de ruda en la puerta de mi casa.
«…hay cosas que no tienen explicación…»
Aún hay veces donde la vieja yo parece haber dejado su sombra y cuando me doy cuenta que estoy hablando como la vieja yo me digo, hey!, Stop!, ¿Qué pasa? Y me lo digo a mí misma. Aprendí que la mente es poderosa y arrecha pero no da para imaginar tanto, a veces cuando te da miedo la oscuridad es porque algo hay ahí, así no puedas verlo. Y créeme, la imaginación es una cosa, la energía es otra. Y lo cierto es que el tiempo pasó. Y la que soy ahora, es literalmente alguien irreconocible para mis versiones pasadas. Por eso cuando en una sesión me toca decirte que tu vida va a cambiar y que te entiendo perfectamente cuando te ríes para decirme que no, que ahí me equivoco. No te preocupes, yo también estuve ahí y también me reí seguramente.
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