Sanar emocionalmente: Un viaje que lleva tiempo

Como guía espiritual, he aprendido a canalizar mi sensibilidad y mi conexión con lo que muchos considerarían «poco convencional». Estas cualidades son la base fundamental de mis terapias, y a través de ellas he acompañado a tantas almas en su proceso de sanación. Hoy quiero hablarles de algo que he visto una y otra vez: sanar es un proceso, y suele llevar tiempo. ¿Por qué? Porque llevamos años —a veces toda una vida— acumulando heridas emocionales.

Sesiones Terapéuticas

Piénsalo de esta manera: cada día enfrentamos pequeñas situaciones que nos afectan. Una conversación tensa con tu pareja, una mirada fría de tu jefe, una actitud desagradable de un compañero de trabajo o un vecino. Cada una de esas experiencias, por pequeña que parezca, deja una marca: una espinita emocional que se clava en tu piel, en tu mente, en tu corazón. Ahora imagina cuántas espinitas puedes acumular en un solo día. ¿Una? ¿Dos? ¿Más?

Multiplica eso por todos los días del año. Estoy segura de que casi todos los días, por no decir todos, has sentido al menos una de esas espinitas. Y ahora, saca la cuenta: ¿cuántos años tienes? ¿Cuántas espinas llevas acumuladas hasta este momento?

Cuando lo ves así, entiendes por qué sanar lleva tiempo. No se trata solo de curar una herida reciente; se trata de desenterrar y sanar todas esas espinitas que has cargado durante años, algunas tan profundas que ni siquiera recuerdas cómo llegaron ahí. Pero aquí está la buena noticia: sanar es posible. Como experta en conexión espiritual, te invito a verlo como un viaje sagrado hacia tu interior, un proceso donde cada paso, por pequeño que sea, te acerca más a tu luz.

Esas espinitas no desaparecen de la noche a la mañana, pero con intención, amor propio y la guía adecuada, puedes aprender a soltarlas. Mi trabajo en «Tarot Para El Alma» se trata precisamente de eso: acompañarte a liberar esas heridas, a reconectar con tu esencia y a alinearte con la energía superior que te sostiene. Porque sanar no es solo liberarte del dolor; es también redescubrir la magia que ya vive en ti.

Hacia arriba y hacia dentro, Mary.

el viaje de aprender